KAWABATA, Yasunari; MISHIMA, Yukio Correspondencia
(1945-1970), Emecé Editores S.A. Buenos
Aires, Argentina, impreso en abril de 2003. Traducción del francés de Liliana
Ponce. Título original: Kawabata Yasunari-Mishima Yukio: Ohfuku Shokan; Título de la traducción al francés: Correspondance (1945-1970)
Kawabata/Mishima:
Correspondencia 1945-1970
Carta
dirigida por Mishima Yukio (a/c Tarama Lins, Estado de San Pablo, Brasil) a
Kawabata Yasunari (Hase 246 [sic], Kamakura)
13 de febrero de 1952.
Discúlpeme
por mi largo silencio.
Le quiero
agradecer todo lo que su esposa y usted han hecho por mí en el momento de mi
partida[1].
Escribo esta carta desde la explotación agrícola de Tarama Toshihiko, no lejos
de Lins, a una hora y media de avión, aproximadamente de San Pablo. Toshihiko
adquirió perfecto dominio de la lengua brasileña, y por eso no hay nada
asombroso en que haya cambiado tan fácilmente su título de nobleza por el de
terrateniente.
Passin me
hizo grandes servicios en Nueva York. Acababa de regresar a los Estados Unidos
después de haber perdido a su hijo –que todavía era un bebé-, pero me ayudó
mucho, especialmente haciendo de intérprete en mis entrevistas. Si lo
encuentra, transmítale, se lo ruego, mis mejores recuerdos.
En Nueva
York utilicé solamente la carta de presentación de Parssin. La señora Williams
también me había dado una carta de recomendación para el Departamento de
Estado, pero como me habría molestado que se cruzaran una y otra, esperaré
estar en Grecia para hacer uso de ella.
En los
Estados Unidos todo el mundo se ha mostrado muy gentil, y la señorita Kruger,
una amiga de Passin, se ocupó especialmente de mí. Me sorprendió hasta qué
punto los norteamericanos que encontré eran simpáticos, pero no es lo mismo ser
simpático que tener personalidad, y en este punto nadie puede rivalizar con los
extranjeros que, como Passin, residieron mucho tiempo en nuestro país. Es que
Japón da “sabor a las personas”.
Desde mi
llegada a América del Sur, estuve completamente seducido por los brasileños.
Jamás vi gente tan poco complicada, inclusive los residentes japoneses son
abiertos y agradables –quizá porque la mayoría de ellos tiene fortunas que se
calculan en millones-, y no se pueden comparar con los japoneses serviles
instalados en Hawái o sobre la costa oeste de los Estados Unidos desde hace una
o dos generaciones en principio, son cultos, saben más sobre nuestro país que
los que viven en Honolulú, lugar más cercano a Japón.
Lo mismo
ocurre en lo que concierne a la lengua: el portugués, que tiene muchas vocales,
se pronuncia casi como el japonés, y hasta el hablado por nuestros compatriotas suena bastante
natural. Cuando los emigrados japoneses de Hawái o sus niños o sus niños,
dicen, por ejemplo: “Let’s go” o “Hey, hey, come on, go ahead”[2],
estos giros de anglosajones corpulentos, que no les sientan en modo alguno, son
de una fealdad estremecedora, pero nada de esto pasa con el idioma portugués,
que se adecua mejor a los japoneses.
Estaba
convencido de que en lo de Tarama debería trabajar en el campo con una azada,
pero eso está lejos de ser mi caso: estoy tan fatigado que paso mi tiempo sin
hacer nada. Las costumbres de las hormigas corta-hojas, entre otras, son muy
interesantes, y hay también colibríes y tatúes en esta zona, aunque todavía no
los he visto.
Iré a San
Pablo hacia el 16, y desde allí pariré para conocer regiones más escondidas del
Brasil, en compañía de un viejo zorro, un tal Nakanishi. Planeamos ir al Mato
Grosso y llegar hasta la frontera boliviana> los japoneses que llegan hasta
allá se cuentan apenas, según me dice, con los dedos de las manos.
Volveré para
el carnaval de Río, que comienza el 23 de (estoy fascinado por ir), y una vez
que termine, tengo la intención de partir para la Argentina, pero como tengo
dificultades para obtener una visa, si no la consigo, voy a regresar
directamente a Nueva York.
En esta
época, en Japón el frío es muy riguroso, le ruego que cuide su salud.
Mishima Yukio
KAWABATA, Yasunari |
Yasunari Kawabata nació en Osaka en 1899. Huérfano a los tres años, insomne perpetuo, cineasta en su juventud, lector voraz tanto de los clásicos como de las vanguardias europeas, fue un solitario empedernido. Escribió más de doce mil páginas de novelas, cuentos y artículos y es uno de los escritores japoneses más populares dentro y fuera de su país. Mantuvo una profunda amistad con el escritor Yukio Mishima, del que fue mentor y difusor. Recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 1968. Entre sus obras, muchas de ellas marcadas por la soledad y la sensualidad, se destacan La bailarina de Izu, La casa de las bellas durmientes, El maestro de go, lo bello y lo triste (EMECÉ, 201) Y País de nieve (Emecé 2003). Kawabata se suicidó a los setenta y dos años.
Yukio Mishima nació en Tokyo en 1924, en el seno
de una familia de samuráis. Se graduó en Derecho en la Universidad Imperial de
Tokyo y durante un tiempo trabajó en la administración pública. Su primera
novela, Confesiones de una máscara,
obra autobiográfica centrada en el despertar de la sexualidad, apareció en
1949. Desde entonces escribió varios libros, entre los que se cuentan El tumulto de las olas (1954), El pabellón de oro (1956),
Nieve de primavera (1966) y Caballos desbocados (1968). Su obra
describe todas las variaciones posibles que puede tomar el instinto de
autodestrucción> horror por la vejez, fascinación por la muerte, deseo de
alcanzarla con el ser amado.
En noviembre
de 1970 se suicidó según las normas de un elaborado ritual. Tenía cuarenta y
cinco años.
[1] El
25 de diciembre de 1951, Mishima se
embarcó para América a bordo del Presidente
Wilson. Esta “vuelta al mundo”, realizada como corresponsal extranjero
especial para el diario Asahi, lo
llevó a los Estados Unidos, al Brasil, y luego a Francia y a Grecia. El
escritor regresó a Japón en mayo de 1952.
[2] Todas
estas expresiones están escritas en inglés norteamericano en el original.
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